Turismo en Barranco

Nosotras testigos de eso, somos parte de esa multitud que agobiada del trabajo, desea diversión.



Sin darnos cuenta y con la noción del tiempo perdida, llegamos a Barranco. Distrito bohemio, artístico, nocturno y poético; en pocas palabras multifacético, cuya tradición se ve reflejada en su arquitectura, llega a divertir a todos sin importar la edad y que pese al tiempo seguirá dejando huellas generación tras generación ya que sus visitantes no dejarán que el distrito quede en el olvido.

Los lugares que el distrito tiene por ofrecer son tantos que la noche se nos hacia corta, sin embargo, buscamos un punto de partida.

Nos dirigimos al puente de los suspiros, un puente lleno de romanticismo al lo largo de su historia, donde una simple creencia en darte un beso de amor en el mismo puente te durara toda la vida. Lo cierto es que su recuerdo permanece por toda la eternidad.


Siguiendo la misma ruta, esta la bajada de Baños, una pequeña quebrada que atraviesa el Puente de los Suspiros. Esta ruta te conduce con dirección al mar y en el trayecto se puede apreciar un pintoresco vecindario de tradicionales casonas barranquinas. Durante el camino a la bajada, puedes deleitarte con unos buenos anticuchos, plato tradicional, que los restaurantes ubicados alrededor de la zona, ofrecen.

La bajada a esta quebrada fue muy amena, pero lo agotador fue la subida, que nos dejo sin aire. Nuestro punto de llegada era “la Posada del Ángel”, que se encuentra por la municipalidad de Barranco.

Este lugar alberga a músicos principiantes, que buscan un sitio donde puedan compartir sus composiciones musicales. Es un pub que te relaja, ya que la gente se deleita mientras come piqueos o tequeños, acompañados de una cerveza, vino, sangría o la bebida tradicional del pub que es “el ángel”.

Al ver que la noche empezaba y los diferentes establecimientos de juerga se llenaban, nos retiramos del pub, para dirigirnos a los muchos que nos faltaban.

Al caminar por el boulevard, gente de cada pub, discoteca y bar, trataban de llamar nuestra atención con las ofertas que cada establecimiento ofrecía. Al caminar por ahí la bulla es increíble y lo más curioso es que aquellos establecimientos no tienen la fachada de ser lo que son, al contrario son casonas que adornadas con luces, y acompañadas de la música su fachada cambia. Ambulantes en medio de ese pasaje el cual te marea al ver tanta gente, tanto sobria como ebria. Chicas con vestidos diminutos, otras llaman la atención con un estilo rasta y otra con un estilo desaliñado, para ellas les interesa un bledo lo que la gente pueda decir a cerca de su vestimenta. Hay gustos para todos los tipos.

Terminando de ver el boulevard, esta la ruta donde pasa el Metropolitano, por la Av Grau, nos dirigíamos a “Sargento”, una discoteca donde pasan música ochentera hasta la de nuestros días. Desde los Beatles hasta Bob Sinclair, pero todo en ingles, nada en castellano. En esa discoteca se han presentado grupos que hacen tributos a bandas que dejaron huellas en la música. Lo peculiar es que nadie baila, todos parados tomando, algunos sentados en el escenario, y en medio de la “pista de baile” se observa un televisor grande donde se ven los videos musicales que ponen en la disco. Lo que llamó nuestra atención es el olor a marihuana que abunda en ese lugar, la gente de seguridad no dice nada, y menos los que están en caja. Ese lugar es considerado un paraíso, por que si estas fumando hierba, los de tu alrededor te miran y te hacen un brindis, no sientes las miradas extrañas que en cualquier lugar te podrían hacer si es que haces ese tipo de acción. La atención que brinda la discoteca es regular, pero la mayoría de jóvenes decía que era buena, y pensábamos si lo decían por el hecho que te dejaban fumar “hierba”.

Si eres un extraño no hay diferencia a si eres un amigo de años, por que la gente es filántropa y no le interesa quien puedas ser, con tal que te juerguees a morir con ellos, eso les basta para formar un grupo grande, y en mancha tomar hasta que amanezca, y si es que se puede fumar un par de “bates” con ellos. Ese día, mientras tomaba fotos en “Sargento”, un joven se nos acercó a mi compañera y a mí para hacer un brindis, con jarra en mano y dos vasos adicionales, pero lo que no entendimos fue cual era el motivo, disculpándonos con él, preferimos no hacerlo y agradecerle su gentileza.

Alrededor de esa cuadra hay más discotecas, pero no son notorias por la misma fachada que tienen. En algunas tienes que tocar la puerta o portón para que el de seguridad te abra y pases. Hay diferentes tipos y estilos de establecimientos de diversión para todos los gustos, desde pop y rock hasta música reaggue.





Al entrar a una de ellas de estilo reaggue, el olor a hierba era insoportable, la gran mayoría de jóvenes con sus dreks y el color representativo de su vestimenta que son: amarillo, verde y rojo, eran todos unos zombis.

Caminando por esa zona, con olor a hierba y con ganas de juerguear, llegamos a Tizón, un pub ochentero, y conocido por el gran consumo de happies brownies (droga) y su famoso trago “veneno” que es una combinación de vodka, ron y pisco, o sea un tres en uno, que los jóvenes consumen y que en unos cuantos minutos te levanta, así estés triste o cansado.

Nos quedamos en Barranco hasta las 3a.m, viendo como la gran cantidad de muchachos que se divertían, algunos hacían el ridículo en las calles y otros en escenas un poco subidas de tono con sus enamoradas. La seguridad no hay que omitirla porque tanto policías como serenazgo, cada cierto tiempo pasaban por los sitios puntos para ver el orden y seguridad del distrito como el de sus vecinos, y a la vez traer tranquilidad a aquellos que también buscan un sitio para relajarse, sin alcohol, solo comer y caminar.

Barranco siempre será ese distrito que nunca pase de moda, es un buen lugar para irse de juerga, relajarse, pasear, etc. Es un distrito clave y no tiene nada que envidiar a otros distritos. Como lo dijimos desde un comienzo es multifacético y es por eso que esta lleno de turistas, que encuentran en Barranco un lugar que lo tiene todo.